En julio del 2020 falleció uno de los pioneros del jazz mexicano. Músico en toda la extensión de la palabra, contrabajista, Víctor Ruiz Pazos "Vitillo", lo mismo tocó en orquestas y grupos tropicales, que con Luis Arcaraz o en combos pequeños como tríos, cuartetos o duetos. Este texto fue publicado originalmente en El Financiero.
7 de la mañana. Un día cualquiera ㄧpodría ser martes, miércoles, jueves… ¿qué más da?ㄧ, el tiempo se difumina al pasar horas metido en un sitio con luces artificiales y nubes de humo de cigarro, al interior del centro nocturno solo quedan los restos de una noche de baile, música y pachangón. La vida en la ciudad apenas comienza, pero para los músicos es lo contrario.
Tras la puerta de una cortina de acero, que bien podría ser cualquier cabaret de segunda de los años 50 como Las Brujas, El Gusano o El Trucutú Era en las Cavernas, se asoma un rostro lampareado por el sol, seguido por una espigada silueta, es Víctor Ruiz Pazos, Vitillo como es conocido por todos. ㄧ“¡Asu mira no’más y yo apenas estoy esperando llegar a dormir a mi casa!”, dice para sí, con vergüenza al ver el trajín de las primeras horas del día.
Hace algunos años, tuve la fortuna de poder conversar con Víctor Ruiz Pazos, una larga charla en la que habló de su trayectoria y compartió anécdotas. Vitillo falleció el pasado miércoles a los 90 años de edad.
Con 20 años y mucha ilusión por ingresar al Conservatorio Nacional o a la Escuela Nacional de Música, Vitillo llegó en 1951, procedente de su natal puerto de Veracruz a la Ciudad de México, en donde además de hacer suplencias en cabarets de segunda, se integró a la orquesta de Larry Sonn, y posteriormente a la de Luis Arcaraz, en la que se gestó, de manera formal, el nacimiento del jazz mexicano. La idea de los estudios, tuvo que esperar un mejor momento.
En 1954 Vitillo, junto con Mario Patrón, Pablo Jaimes, Héctor Hallal "El Arabe", Tommy “La Negrita” Rodríguez, Román López, César Molina y Tino Contreras, todos músicos de la orquesta de Alcaraz, fueron parte de la primera grabación de un disco de jazz en México (historia de la que escribí en la revista Relatos e Historias en México https://relatosehistorias.mx/numero-vigente/cuando-se-grabo-el-primer-disco-de-jazz-en-mexico).
Con voz pausada y grave que remite a las notas de su contrabajo o bajo eléctrico, Víctor Ruiz Pazos recuerda:
“era algo que nos inquietaba a todos, y de repente cuando no iniciaba el ensayo de la orquesta, comenzábamos a improvisar, a estar tocando algo que no fuera exactamente la música de la orquesta, con la que hacíamos bailar a la gente”.
Vitillo es integrante de una familia de músicos, por lo que desde temprana edad tuvo contacto con instrumentos y aún sin saber ya los tocaba, como ocurrió con el contrabajo, instrumento que aprendió de manera autodidacta. “Me iba a meter a la casa de mi abuelo que tenía su contrabajo ahí en la sala, recargadito a lado de la radio. Llegaba y le decía ‘¿abuelita puedo prender la radio?’, la encendía, subía el volumen un poco y comenzaba a tocar sin siquiera saber cómo estaba afinado”. Era un contrabajo de tres cuerdas, recuerda.
En Veracruz, fue parte de un sexteto de cuerdas que tocaba en el hotel Mocambo; de la Orquesta de Villa del Mar, que amenizaba los bailes de cada domingo en el salón de dicho nombre; interpretó boleros con tríos, de hecho su primera grabación en la capital fue con uno de ellos. Tocó con infinidad de músicos como Tino Contreras, Tommy Rodríguez “La Negrita”, Chilo Morán, Juan García Esquivel, entre muchos otros y grabó decenas de discos con su característico contrabajo y bajo.
“Yo voy bum borom bum buim” con mi bajo, mientras el resto toca otras cosas como un “duin durun dun dun. Eso enriquece la melodía”, comenta Vitillo, suelta una carcajada y explica: “es lo que llamamos en música movimiento contrario, en lo que unos van ascendiendo en color y altura del sonido, tú haces el movimiento contrario y se oye muy bonito”.
Luego de más de 6 décadas de músico y jazzista y a sus 82 años Víctor grabó su primer y único disco como líder al frente de su proyecto, con 12 temas compuestos por él y la colaboración de una diversa y talentosa gama de 20 jazzistas de diferentes generaciones.
Vitillo, hasta donde supe trabajaba en sus memorias, y cientos de piezas seguramente quedarán guardadas en cajones de su casa, en espera de salir, ser interpretadas y poder llegar a los oídos de todos.
“Vitillo creen que es un apodo, pero Vitillo es un diminutivo que mi madre inventó, porque mi padre tenía el mismo nombre y de repente mi madre decía: ㄧOye Víctor. Sí mamá, contestaba Vitillo. ¡No! ㄧrespondía su mamáㄧ, le habló a tu papá. Y ahí comenzó a jazzear mi mamá”, recuerda Vitillo con una gran sonrisa.
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