Desde finales de marzo del 2020 que se activó la Jornada de Sana Distancia, ante la pandemia por Covid 19, muchos jazzistas mexicanos se quedaron sin una de sus principales fuentes de ingresos: los conciertos. Desde entonces a la fecha, ¿qué se ha hecho al respecto? En este texto que publiqué en El Financiero, hago una revisión.
Ante la crisis ocasionada por la pandemia de la Covid 19 muchos artistas en general, y músicos en particular, se quedaron sin su principal forma de obtener ingresos: los conciertos. Y para cuando veamos el desastre, luego que bajen las aguas del tsunami (Enrique Quintana dixit), la situación para los músicos en general, para los jazzistas en particular, nunca más será la misma, al menos por un buen tiempo.
En nuestro país los apoyos para el sector cultural no han estado, aún, a la altura de las circunstancias. París, Berlín y Chile, anunciaron planes que dotarán de recursos al sector cultural y protegerán a sus artistas y creadores.
El Consejo de París autorizó un fondo de 15 millones de euros, además de un fondo de emergencia de 500 mil euros, exclusivamente para apoyar a músicos. Por su parte el gobierno de Berlín, hasta el momento, ha entregado recursos por 500 millones de euros para asistir a sus trabajadores freelance y pequeños negocios. Tan solo a artistas y creadores se les han depositado 5 mil euros por persona. En América Latina, también hay ejemplos. En Chile, el Ministerio de las Culturas, contempla crear un nuevo plan para el sector artístico y cultural, con 15 mil millones de pesos chilenos (alrededor de 19 millones de dólares), recursos que se usarán, principalmente, para el fomento a la creación artística, protección de espacios y organizaciones.
Aquí en México, la Secretaría de Cultura federal tiene el programa y plataforma Contigo en la Distancia, en la que músicos de diversos géneros dan conciertos por Internet, además de “Movimiento de Arte en Casa”, programa que otorgó 20 mil pesos a mil 351 artistas de diversas disciplinas (una bolsa de alrededor de 27 millones de pesos); además, su titular Alejandra Frausto, anunció la distribución de 320 millones de pesos entre los 32 estados del país, dinero que han dicho algunas entidades no es extraordinario. En la Ciudad de México, se cuenta con la plataforma Capital Cultural en Nuestra Casa, que básicamente difunde materiales previamente grabados, pero más allá de eso no existe programa de apoyo económico a creadores.
Ante este panorama han sido los propios jazzistas mexicanos quienes idearon proyectos para conseguir ingresos y poder sobrellevar esta crisis que golpea sus economías y las de sus familias.
Uno de los proyectos surgió con Jazz en Movimiento (JEM), colectivo creado por la pianista Dulce Resillas hace tres años en Querétaro y otro con la disquera de jazz, Pitayo Music, fundado hace 8 años por el músico Juan Pablo Aispuro. Ambas, iniciativas de la misma naturaleza, propuestas de músicos comprometidos con sus compañeros, que buscan generar recursos con la tecnología como aliada.
Las Cápsulas JEM desde hace más de 10 semanas han recibido y programado ─todos los lunes por la noche─ videos de igual número de artistas, con los que solicita una aportación de los fans, que puede ir desde los 50 pesos hasta lo que se desee, vía transferencia electrónica, depósito bancario o PayPal. Los videos, de una duración promedio de 30 a 40 minutos, son compartidos a través de la redes sociales del colectivo y de los propios músicos, en donde quedan permanentemente. Los músicos tienen la opción de donar sus ganancias a otros colegas, acto que ya se ha registrado.
La otra iniciativa son los conciertos online que organiza Pitayo Music. Bajo un esquema “tradicional”, con la venta de boletos a precio accesible, músicos como Alex Mercado, Todd Clouser, Flora Pasquet, Roberto Verástegui y Juanjo Gómez, se han presentado desde abril, con resultados prometedores y una vertiente por explorar, ante un futuro incierto para los músicos. Además, a través de PitayoCares MX, se creó el Fondo Emergente COVID-19 con el que buscan apoyar a músicos afectados, a través de dinero que sale de los conciertos y de donaciones, que cualquiera puede hacer.
Pese a que los Derechos Culturales están consagrados en cuarto constitucional y en el octavo de la Constitución de la Ciudad de México, así como en diversas leyes secundarias, federales y locales, hasta la fecha no hay ninguna iniciativa o partida presupuestal que, en medio de la crisis económica y sanitaria, tenga como objetivo principal destinar recursos a artistas y creadores, mal acostumbrados a trabajar, generalmente, en condiciones desventajosas y precarias.
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