Durante la celebración del Premio Grammy Latino, la cantante chilena Mon Laferte desnudó su torso para protestar por las condiciones que se registran en Chile. Comparto una reflexión sobre la situación en el país sudamericano y las críticas que desde México se han lanzado al movimiento social chileno.
¿Es suficiente con que los gobiernos mantengan la estabilidad macroeconómica en sus países, para crear condiciones favorables para su sociedad? ¿Es suficiente con que los indicadores económicos de organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, Banco Interamericano, OCDE, Índice GINI, etcétera), sean positivos para calificar de bonanza a la sociedad de un país?
Desde hace días Chile está en llamas, su sociedad o una importante parte de ella, ha tomado las calles como desde hacía mucho tiempo no se veía, con el mayor movimiento social que se tenga registrado desde el regreso de la democracia al país sudamericano. Protestas primeramente por el incremento al precio del metro, pero en el fondo como dice el académico de la Universidad de Chile, Ernesto Águila: “existía un malestar y una rabia acumulada desde mucho tiempo, en donde se había naturalizado el abuso y la desigualdad social”.
En una reunión improvisada en el departamento de una amiga colombiana, mientras veíamos y escuchábamos el discurso de Alberto Fernández, tras ganar las elecciones presidenciales en Argentina, una joven chilena ─que estudia su posgrado en nuestro país, gracias por cierto a una beca otorgada por el gobierno mexicano y no por el chileno─, expuso la delicada situación que sus compatriotas viven en en estos momentos; que va de la precariedad del salario hasta el costo de un transporte público incosteable, pasando por deficientes y caros sistemas de salud y educación, problemas que podrían ser comunes en nuestra región.
Los chilenos reclaman tener el precio del metro más caro de América Latina. por ejemplo, mientras el pasaje de este transporte, tren o autobús en Santiago tiene un costo, en hora pico, de 800 pesos chilenos, alrededor de 1.08 dólares estadounidenses, en México el precio de un viaje es de 5 pesos, es decir 26 centavos de dólar. El salario mínimo en Chile es de 301,000 pesos al mes (399 dólares), dinero insuficiente para más de un millón de chilenos (según un reportaje de Chilevisión), que ganan el mínimo y que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas, de vivienda digna, alimentación, salud, educación, etcétera.
Sí, los indicadores de la macroeconomía pueden decir que Chile ha logrado reducir su desigualdad en los últimos años. Sí, Chile quizá sea el país latinoamericano que más crecimiento ha registrado, ¿a qué costo?. Sí, quizá Chile sea uno de los países que más ha logrado reducir la pobreza y la pobreza extrema; sin embargo, la terca realidad microeconómica de millones choca y cuestiona las cifras de organismos internacionales y por eso la gente protesta ante un hartazgo y no, como deslizan algunos, por las división social que provocan las redes sociales.
La ilustradora chilena Luna Lee, realizó hace algunos años un video con el que buscaba dar a conocer las condiciones de vida en Chile, agravadas durante los últimos años. Este video, viralizado nuevamente en días recientes, destaca que el salario mínimo representa el 20 por ciento del gasto en transporte público y denuncia la explotación de los recursos naturales chilenos a manos de empresas extranjeras “quienes crean múltiples artefactos y nos los devuelven al triple”.
En su libro “Desigualdad”, Anthony B. Atkinson, estudia este fenómeno económico-social, plantea soluciones a futuro y señala la necesidad de “examinar el contexto social más amplio en que operan los mercados”, esto con la clara idea de que el problema de la desigualdad no sólo es un tema meramente de indicadores y de fríos números, sino un problema que cuando se palpa en las calles y no desde escritorios o desde la comodidad de departamentos o casas de lujo, es un fenómeno social.
“No está comprobado que este neoliberalismo, con este nivel de extracción de la ganancia por parte de los empresarios, con este nivel de abusos y desigualdades pueda coexistir con una democracia plena”, dice Ernesto Águila, al destacar que, al menos en Chile, el modelo económico actual ha sido incompatible con el proceso democrático. Por ello, Atkinson entre las 15 propuestas que delinea para reducir el grado de desigualdad, destaca que la “política pública debe proponerse un equilibrio de poder adecuado”, en donde el gobierno, empresarios y sociedad puedan desarrollarse de manera tal, que las brechas de desigualdad en lugar de ampliarse, se reduzcan.
@YonAmador
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