A lo largo de las últimas 5 décadas el blues mexicano ha tenido brillantes exponentes que han logrado proyectar su música más allá de nuestras fronteras. Lamentablemente vemos que han sido y siguen siendo fenómenos aislados, que no logran conformar un movimiento.
Por allá de los años 80 Betsy Pecanins fue invitada a tocar en Cuba, llegó a la isla con la banda que solía acompañarla: Real de Catorce, el de José Cruz, Fernando Ábrego, Dwigth Carroll, Severo Viñas y José Iglesias.
Real de Catorce visitó en 1987 la entonces URSS, en donde realizó presentaciones por las ciudades de Moscú, Leiningrado, Vilnius y Riga, además por esos años también fueron invitados a tocar a Chicago, en donde ofrecieron conciertos en el Buddy Guy's Legends y en el Rosa's Lounge.
Fito de la Parra, baterista mexicano, integrante del legendario grupo Cannead Heat, antes de sustituir a Frank Cook, formó parte de bandas mexicanas como Los Sinners o Los Hoolingans y fue parte del grupo de Javier Batiz, y desde 1967 es el baterista insustituible de la banda de blues estadounidense.
Estos tres ejemplos ─retomados aleatoriamente, ya que existen muchos más─, sirven para iniciar una reflexión en torno a la proyección del blues y bluesistas mexicanos en el extranjero. Hace apenas unos meses, los últimos del 2018, un grupo y una solista mexicanos tuvieron unas exitosas giras por el norte y el sur del continente. Por un lado, en septiembre, Radio Blues con Elihú Quintero y Edgar Ordoñez visitaron las ciudades de Seattle y alrededores, en donde tocaron en el Ebey Island Freedom Festival, además de en Vancouver y alrededores, en Canadá. Por otro lado, en diciembre Tere Estrada, ofreció un concierto y una conferencia muy exitosos en el quinto Festival de Blues en el Río, que se realiza en Corrientes, Argentina.
Tanto Tere como Elihú, me consta, trabajaron arduamente para que estas giras se pudieran concretar, pese a todo y contra todo. Salir del país como músico muchas veces no es lo más fácil si no se cuentan con apoyos institucionales, patrocinios o con recursos propios suficientes. Boletos de avión, que muchas veces los festivales y/o promotores no cubren; alojamiento y viáticos básicos para comer, son algunos de los puntos que se tiene que contemplar y de alguna manera sortear.
La oportunidad nunca caerá del cielo. Las invitaciones a tocar fuera de México se tiene que trabajar, es una labor ardua ─que a falta de managers, los propios músicos lo tiene que hacer, en la mayoría de los casos─. Ellos lo lograron. Tere ya tenía la invitación y su espacio en el Festival de Corrientes, Argentina, pero no tenía manera de costear el boleto de avión, movió cielo, mar y tierra y lo consiguió, se paró sobre el escenario y demostró de qué está hecho el blues y rock mexicanos, la gente le aplaudió y fue un éxito. Pero ésta no es la única vez que Tere Estrada busca una proyección internacional a su música. A lo largo de sus 30 años de carrera, ha tocado en Noruega, Italia, Dinamarca, Bélgica, España, Alemania, República Checa, Estados Unidos y es, hasta donde sé, la única bluesista y rockera mexicana que ha tocado en Festivales de Nepal e India.
El caso de Elihú es similar, su cercanía a músicos extranjeros a partir de los varios festivales internacionales de blues que ha organizado en la Ciudad de México, lo ha llevado a alternar con bluesistas de España, Brasil y Estados Unidos y eso lo ha llevado a tejer alianzas y amistades. Luego de posponer el viaje por unos meses, en el último cuatrimestre del año pasado se pudo concretar su participación en el Ebey Island Freedom Festival, en donde fueron recibidos con éxito y reconocimiento, tanto por la gente como por los músicos con los que alternaron; y ya planean regresar.
Al principio hablamos de tres ejemplos exitosos de bluesistas mexicanos con proyección más allá de nuestra frontera. Los tres con un común denominador, su proyección la buscaron, la trabajaron, no les cayó del cielo.
En una escena nacional en donde la falta de profesionalización es un grave problema, vemos esfuerzos aislados, como los antes mencionados, para generar un impacto tanto dentro como fuera de nuestro país. Músicos comprometidos y respetuosos, primero con su música y luego con el público es lo que le hace falta a la escena mexicana. No digo que no existan más casos como los de Tere, Elihú, o los tres que mencionamos al principio, pero ㄧcomo ya hemos dicho en otros momentosㄧ, aún falta mucho trabajo que hacer en todas las áreas: músicos, promotores y difusores, etcétera.
@YonAmador
Fb: Sincopa Blues. Jazz y Bues de México
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