El 2017 fue un año mágico para el mundo del jazz. Se celebraron diversos centenarios de nacimiento, entre ellos el de la cantante y activista por los derechos civiles, Lena Horne. El texto que les presentamos, fue publicado originalmente en la Revista Relatos e Historias en México.
Debutó a los 16 años de edad como corista en el Cotton Club -uno de los centro nocturnos más importantes de Harlem en los años 30-. Su belleza y su voz cautivaron a los directivos de Hollywood, a la pantalla y a la audiencia, filmó 16 películas. Lena Horne, que celebró su centenario de nacimiento el pasado 30 de junio, fue una mujer que supo romper los estigmas por su color de piel, las acusaciones por comunista, defendió a su gente y se convirtió en un ejemplo a seguir para las generaciones de artistas que la precedieron.
A mediados de octubre de 1947 el director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), John Edgar Hoover, recibió en su escritorio una carta de uno de sus agentes especiales en Nueva York. Lena Horne. Asunto de seguridad. “Como bien sabe, la persona arriba mencionada ha estado en constante contacto con importantes miembros del Partido Comunista y en varias ocasiones ha participado en encuentros y mítines patrocinados por esos grupos”. El informe instaba a iniciar una investigación sobre las actividades que la relaciona ban con los comunistas.
La Segunda Guerra Mundial había terminado; la Guerra Fría iniciaba. Sectores estadounidenses como el cultural y espectáculos, vivían momentos de acoso por parte del senador Joseph McCarthy o el Comité de Actividades Antiestadounidenses, liderado por el congresista republicano J. Parnell Thomas.
La industria cultural y de entretenimiento -Hollywood, la radio y la televisión- se convirtió en el principal foco de atención de la moderna inquisición estadounidense. Actores, directores, productores, escritores, guionistas y periodistas eran investigados, citados a declarar, obligados a confesar, a delatar. La publicación derechista Counterattack publicó, en 1947, el informe Red Channels, en el que había alrededor de 150 nombres de personajes de la industria -algunas fuentes hablan de hasta dos mil-, presuntamente comunistas. Los allí nombrados fueron defenestrados, se les cerraron puertas laborales y en algunos casos tuvieron que exiliarse a países de Europa o México, como el guionista Dalton Trumbo, ganador de dos premios Oscar o Hugo Butler, quien durante su estancia en nuestro país trabajó con Luis Buñuel y Carlos Velo.
Lena Horne, actriz, cantante de jazz y blues, figuraba en la lista. Su proximidad a ciertos personajes, organizaciones y lugares, pero principalmente sus denuncias contra lo que consideraba injusto para los afroamericanos, la hicieron un personaje incómodo.
Los antecedentes
Los agentes especiales Leslie F. Warren y John J. Manning, designados para investigar a Lena Horne, comenzaron sus indagatorias. No tardaron mucho en darse cuenta que si bien no había dato que confirmara su afiliación al Partido Comunista, era evidente su activismo por los derechos de la comunidad negra. Warren escribió en su reporte 100-25514: “ha sido extremadamente activa en asuntos relacionados con discriminación racial”; mientras que Manning, en su reporte 100-88027, la describió como una mujer “con una fuerte conciencia racial”.
Los primeros años de Lena Mary Calhoun Horne dicen mucho de su formación ideológica. Nació el 30 de junio de 1917, en Brooklyn, Nueva York, dentro de una familia de clase media educada. Su madre Edna, de profesión actriz, tras el divorcio de su esposo Edwin Horne Jr., se dedicó a su carrera que la llevó a largas giras por varias ciudades, por lo que los primeros años educativos de Lena quedaron a cargo de la abuela Cora, hasta su muerte en 1932. Los abuelos, Edwin y Cora Horne, eran activistas por los derechos civiles y miembros de la Asociación para el Progreso de las Personas de Color (NAACP).
Los agentes habían encontraron el origen de su formación ideológica y había más. Durante la Segunda Guerra Mundial, Lena realizó diversas giras por campamentos del ejército, patrocinadas por la Organización de Servicio Unidos. Ahí criticó fuertemente el trato a los soldados afroamericanos, se negó a cantar para audiencias segregadas o en donde los soldados negros eran colocados atrás de los prisioneros alemanes. Estas actitudes le trajeron conflictos con la organización no gubernamental y dejó de participar en esas giras. Sin embargo, en ese momento Lena era una cantante y actriz reconocida, con impacto entre audiencias mixtas, e incluso, los soldados la veían como su pin up girl.
Conflicto identitario
Desde pequeña Lena tuvo un serio problema por sus características físicas, derivado de su origen racial. Para los negros era muy blanca o latina y con los blancos no encajaba, se encontraba en un limbo identitario. En una entrevista para la revista Ebony, en 1947, declaró: “Entiendo como se sentían esos negros anti blancos. Me sentí de esa manera la primera mitad de mi vida. Odié a mi propia gente porque los vi presionar a los blancos. Odié a los blancos por intimidarlos. Pero una noche Paul Robeson vino al Café Society, en donde cantaba y esa noche cambió completamente mi manera de pensar”, era 1941.
A inicios de los años 40, Lena fue contratada por Barney Josephson, dueño del Café Society para realizar una larga temporada ahí. Era un sitio famoso por permitir mezcla racial, ser frecuentado por críticos al sistema, ser el lugar por donde pasaron grandes jazzistas, y porque fue considerado un sitio comunista.
Paul Robeson, actor negro 19 años más grande que Lena, fue alumno de su abuela, estaba involucrado en la defensa por los derechos civiles y sus argumentos y larga charla aquella noche en el Café Society, terminaron de dar el impulso que necesitaba para involucrarse en la defensa de los derechos de su gente. A partir de ese momento y hasta su muerte en mayo de 2010, a los 92 años de edad, recaudó fondos para organizaciones, ofreció charlas, participó en programas de radio y publicó artículos en periódicos como el Daily Worker, The California Eagle o People’s Voice.
Los reportes entregados por los agentes del FBI señalan que Lena Horne colaboró con organizaciones como La Juventud Estadounidense para la Democracia, el Congreso de Derechos Civiles, el Consejo para la Unidad Cívica o el Comité de Ciudadanos Independientes de Hollywood de las Artes, la Ciencia y las Profesiones, organizaciones que impulsaban y defendían los derechos de los negros, aunque claramente catalogados como comunistas.
En su columna From me to you, del People’s Voice, diario dedicado a la comunidad afroamericana, Lena escribió en noviembre de 1947 -cuando ya era investigada por el FBI-: “Estoy preocupada acerca de los recientes ataques que se han lanzado desde el Comité de Actividades Anti Estadounidenses sobre los progresistas de la industria del cine… esta es una crisis para las fuerzas democráticas en el teatro y dentro de la vida cultural estadounidense en general -y añadió-, como trabajadora cultural estoy directamente afectada, también me afecta como espectador de películas”.
Lena Horne fue 8 veces nominada a los premios Grammy, ganó dos, incluido el Premio a la Trayectoria; obtuvo un Tony por su exitoso musical de Broadway, de 1981, Lena Horne: The Lady and her Music; fue primera mujer negra en realizar una gira dentro de una orquesta de blancos, la primera en firmar un contrato de larga duración con la Metro Goldwyn Mayer (MGM), por siete años; desafió la ley y los prejuicios sociales con un matrimonio interracial con Lennie Hayton, músico, arreglista de la MGM; y sobre todo, nunca se calló ante las injusticias. En los años 60, fue muy activa en el movimiento por los derechos civiles a lado de personajes como Martin Luther King Jr.
Por su ideología y acciones fue investigada por el FBI hasta finales de los años 50, eliminada del cine y la televisión durante 7 años. El jazz, el blues, los centros nocturnos y los hoteles, en donde tuvo largas temporadas le permitieron continuar. “Ella pelea por un mundo mejor, en donde su hija Gail nunca será llamada Niger y en donde todas las razas puedan vivir con dignidad”, escribió sobre Lena Horne la revista Ebony.
En los años 90, Lena finalmente exteriorizó, en una entrevista para el documental Lena Horne: en su propia voz, lo que por mucho tiempo la confrontó con el sistema: “mi identidad es muy clara ahora. Soy una mujer negra. No estoy sola. Soy libre, soy libre porque ya no tengo que ser un premio, no tengo que ser un símbolo para nadie. No tengo que ser la primera para nadie. No tengo que ser la imitación de una mujer blanca en la que Hollywood espera que me convierta. Soy yo y soy como nadie más”.
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