Héctor Infanzón, uno de los grandes pianistas, jazzistas e improvisadores con los que cuenta México, lleva más de cuatro décadas de inagotable trabajo: compone, arregla y hace giras por el país y el resto de mundo.
Sólo su historia supera su imagen. La Wiener Musikverein en Viena luce impactante, una sala rectangular iluminada de tal forma que el dorado de sus paredes y techo difícilmente te dejan indiferente. Desde su inauguración en 1870, por sus salas han pasado los intérpretes más importantes del mundo de la música de concierto. En 2012 Héctor Infanzón —uno de los grandes improvisadores con los que cuenta nuestro país—, estrenó el Divertimento para Armónica y Orquesta y su pieza “La Sazón de la Abuela”.
40 años antes, en la década de los 60, el niño Infanzón crecía entre las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, con música e instrumentos a su alrededor. Sus juegos eran tocar la batería, el vibráfono, la guitarra o algún otro instrumento, mientras su papá escuchaba jazz, música afroantillana o sus hermanos rock. Bajo este escenario no era difícil visualizar hacia dónde se dirigiría su vocación.
El eclecticismo nato de Héctor Infanzón le ha permitido llevar su piano a géneros muy diversos, lo mismo grupos de salsa, ensambles de jazz o la llamada música clásica. Héctor tiene la virtud y el talento de pocos, sin importar el ritmo o el escenario del que se trate, él se mueve a gusto, improvisa, propone y aporta su sonido.
A los 17 años, ya con un importante conocimiento musical y con el dominio de varios instrumentos, Héctor ingresó a la Escuela Superior de Música para estudiar piano clásico, más adelante composición en la Escuela Nacional de Música y bajo la tutela del maestro Francisco Tellez, ingresó al Taller de Jazz de la Superior de Música, era 1981 y Héctor comenzaba su segunda década de vida.
El final de los años 80 fue de singular importancia para Héctor y para el desarrollo del jazz mexicano. Luego de ganar un concurso de piano y una beca para estudiar en el Berklee College of Music, a lado de Tony Cárdenas, en la batería y de Agustín Bernal, en el contrabajo, formó Antropóleo, considerado uno de los tríos más destacados que se han desarrollado en la escena nacional. Lamentablemente existen pocos y aislados registros sonoros de la agrupación y ningún disco grabado de manera formal. Durante cuatro años (1987-1991) Antropóleo participó en importantes festivales del jazz tanto nacionales como extranjeros; se presentaron en el Festival Internacional de Jazz de La Habana y en nuestro país compartieron cartel con Cecyl Taylor, Rolland Hana y Michel Camilo, por ejemplo.
Son cientos de escenarios y foros los que han visto y escuchado desfilar el sonido de Héctor por todo el mundo. Su generosidad no conoce de sitios o ciudades, una noche está tocando en un club de de jazz de Hong Kong y otro en un festival internacional o en mismo Wiener Musikverein.
Los años más recientes intensificó su exploración hacia la música orquestal y de cámara; además de la importante obra escrita para espectáculos de diversa índole, con Horacio Franco, en 2007, estrenó el Concierto para Flauta de Pico y Orquesta de Cuerdas; para 2014 fue su primer Concierto para Piano y Orquesta “Celebración”.
Si bien los primeros compositores de jazz de inicios del siglo XX, como Gershwin, abrevaron de su formación clásica y la llevaron al terreno del jazz y el blues, Héctor de igual manera diluyó la línea entre lo clásico y lo popular con su trabajo para trío de jazz y orquesta y con la serie de improvisaciones en clavecín, que nos remontan al barroco bachneriano, con el disco “Arrebatos”.
Toda la magia que surge de un personaje, un músico y una enorme persona como lo es Héctor, se podrá disfrutar con un concierto especial que ofrecerá este sábado 20 de octubre a las 19:00 horas, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, para celebrar el centenario de este recinto que lleva el nombre de la cantante y actriz mexicana.
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